XNUTRICIÓNX
Errores en su alimentación
¿Cuáles son los errores más comunes a la hora de enseñar a los niños a comer bien? ¡Te los explicamos!
> Existen errores y falsas creencias que se deben evitar acerca de una alimentación saludable. La mayoría de los errores son fáciles de evitar cuando se tiene conocimiento de ellos. Por ejemplo, al saber que es mejor el jugo de fruta natural que el envasado, puedes evitar comprarlo en el supermercado. Es más, es preferible que la fruta, especialmente la naranja, se ofrezca al bebé en trozos. De este modo, conserva todas las vitaminas y nutrientes propios de cada pieza.
Pero, ¿cuáles son algunos de los errores más comunes a la hora de alimentar a los niños?
NO HAY ALIMENTOS PROHIBIDOS
> Ni los dulces ni el chocolate deben estar alejados de los niños. Si el pequeño se da cuenta que le estás escondiendo dulces, más querrá consumirlos. La mejor estrategia es no llevar a casa golosinas poco nutritivas y permitir que el niño tenga libre acceso a los alimentos, para que elija por sí mismo.
NO HAY QUE OBLIGARLOS A COMER
> Se ha comprobado que la insistencia de los padres hacia el niño para que pruebe un determinado alimento tiene efectos contrarios a los deseados. Es decir, el niño rechaza con más fuerza el alimento que lo obligan a probar. La mejor conducta es animar al niño a que pruebe el alimento y no molestarse si el niño lo rechaza, así como no elogiarlo si lo come. En ambas circunstancias, los padres deben mostrarse neutrales.
> Si se le ofrece un alimento y el niño lo rechaza, no se le debe castigar ni obligar a que lo pruebe. Simplemente se le retira el plato sin comentarios negativos ni regaños y se vuelve a intentar después de unos días.
TIENEN QUE ENTRAR EN LA COCINA
> Uno de los errores más típicos de los papás es tratar de impedir que los niños entren en la cocina. Sartenes, fuego, ollas… son muchos los peligros que los padres encuentran en la cocina, pero lo cierto es que los pequeños deben participar en la elaboración de los platillos. Está comprobado que los niños que se involucran en la preparación de los alimentos están más dispuestos a probarlos.
NO A LOS VEGETALES ‘ABURRIDOS’
> Complementarlos con queso, mantequilla o cualquier otra salsa (o aderezo) convertirá los vegetales, tan poco queridos por los niños, en un atractivo y divertido plato. ¡Seguro que se les antojan más si les das un poco de color!
CUIDADO CON ALGUNOS ALIMENTOS
> Las pastas y los productos de bollería y repostería deben consumirse con mucha moderación, ya que aportan grasas añadidas nada beneficiosas para la alimentación infantil.
> Los copos y cereales azucarados tienen una base de trigo, arroz o maíz y son muy ricos en azúcar, miel o chocolate. Los niños deben comerlos con moderación porque, a pesar de que son muy deliciosos, no aportan muchos de los nutrientes esenciales para el organismo de los niños.
> Los jugos de fruta envasados no sustituyen una ración de fruta natural. Contienen azúcares y vitaminas artificiales. Además, no contienen la fibra que sí encontramos en la fruta natural.
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Los mejores juegos para su desarrollo
El juego es uno de los mejores aliados para estimular los sentidos de tu peque y contribuir a su desarrollo físico, cognitivo y emocional. Por ello debe integrarse como una actividad constante en su rutina desde que son bebés.
Una vez que el bebé comience a caminar, ¡no habrá forma de pararlo! Su curiosidad se verá desbordada y también será necesario que le presentes nuevos juegos que lo reten. Te sugerimos los siguientes, que se caracterizan por ser simples, pero muy entretenidos.
LA TORRE QUE SE CAE
Si cuentas con cubos de madera o bloques de construcción para niños, siéntate en el suelo con tu peque y comiencen a apilarlos hasta construir una gran torre. Pueden suceder varias cosas: que la torre se caiga por sí sola, que tu peque la tire con sus manitas o que tú lo hagas para mostrarle un simple acto de causa-efecto.
Te sorprenderán las carcajadas que soltará tu hijo, y lo mucho que le gustará repetir el proceso una y otra vez.
QUE RUEDE LA PELOTA
Nada más simple y divertido que una pelota. Si tu peque ya camina sin perder tanto el equilibrio, pueden probar a lanzarse la pelota con los pies uno a otro. Si aún le cuesta trabajo mantenerse en pie, siéntense en el suelo con las piernas abiertas en forma de V y envíense la pelota de un extremo a otro con las manos. ¡No olvides medir tu fuerza para evitar accidentes!
TÚNEL DE COJINES
Coloca varios cojines inclinados a la parte baja del sillón o pegados a la pared para así formar el túnel. El papel de mamá o papá es colocarse a la salida del túnel para animar a su pequeño a que pase por debajo de los cojines sin tirarlos.
Cada vez que lo logre, celebra con un abrazo, con un choque de palmas o dando pequeños saltos.
BURBUJAS, BURBUJAS Y MÁS BURBUJAS
¿Recuerdas al pececito fanático de las burbujas en la peli Buscando a Nemo? Bueno, pues ahora le tocará a tu peque ser ese pez. Con una botella de burbujas convencional o con algún juguete específico –como esas cámaras a las que les aprietas el botón y sacan las burbujas de jabón–, lanza las burbujas y deja que tu niño las atrape antes de que caigan al suelo. Este juego no tiene falla, pues entretiene hasta a los adultos.
Sólo como precaución, asegúrate de colocar un tapete o alfombra que absorba el líquido de las burbujas para evitar caídas.
PROTECCIÓN ASEGURADA POR MUCHO TIEMPO
Seguro te genera cierta inquietud detener la hora del juego por el cambio de pañal, sobre todo cuando tu peque ya está dentro de su papel y no quiere dejar de jugar. ¡Ni te preocupes!, ya que con el pañal KleenBebé® Suavelastic® Jumbo, tu bebé estará seco por mucho más tiempo gracias a su nuevo BLOCKGEL 4D.
Además, no tendrás que sufrir por que el pañal se afloje con el movimiento, ya que es el único en el mercado que cuenta con cuatro puntos de agarre para evitar que se cuelgue o se deforme, lo que les garantizará horas de juego sin interrupciones.
KleenBebé® Suavelastic® Jumbo tiene una certificación DERMATEST, que certifica los más altos estándares de calidad por directrices de la Sociedad Alemana de Dermatología y de la Sociedad Alemana de Alergología e Inmunología Clínica.
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XSALUDX
Cuándo llevarlo a urgencias
Fiebre, dolor abdominal, golpes… Te damos las pistas para saber cómo actuar en cada caso.
> En los servicios de urgencias terminan muchos niños que perfectamente podrían esperar una consulta con su pediatra. Te presentamos las diez situaciones que generan más confusiones.
LE DUELE LA PANZA
> La prueba que acaba con cualquier duda es hacer que el niño dé un salto. Si obedece sin protestar, se puede permanecer en casa tranquilamente.
> Se considera que el dolor abdominal requiere ser explorado cuando dura más de una hora ininterrumpidamente o si el niño rechaza moverse para no provocar el estímulo doloroso. Solo en este caso, en caso de inflamación del apéndice, la situación podría requerir una intervención quirúrgica. Si la molestia provoca retortijones, como sucede, por ejemplo, cuando el niño no puede hacer del baño, el dolor va y viene, y el niño se mueve más.
VOMITA
> Los niños vomitan con más frecuencia que los adultos. Por ejemplo, en los pequeños, el vómito se presenta fácilmente, incluso a causa de un dolor de garganta banal. Asimismo, es la forma más rápida que el organismo tiene para eliminar el exceso de comida o una cosa de consistencia distinta a la habitual, que considera un cuerpo extraño. ¿Cómo hay que actuar?
> Solo se debe ir a urgencias si el niño ha vomitado más de tres veces en una hora, o bien si tiene dificultades para respirar (podría haber ingerido o inhalado un cuerpo extraño), o si el vómito está manchado de sangre.
En cualquier caso, es un gran error administrar al niño cualquier fármaco por iniciativa propia, puesto que algunos medicamentos antieméticos pueden provocar graves efectos secundarios.
TIENE DIARREA
> Los papás se preocupan cuando descubren restos de sangre en las heces, cuando la diarrea se acompaña de inapetencia o cuando el episodio dura más de cinco o seis días. En estos casos, antes de decidir ir a urgencias, siempre es conveniente consultar al pediatra.
> Solo hay que llevar al niño a urgencias si presenta mucha somnolencia o si, además de la diarrea, sufre convulsiones.
SE DIO UN GOLPE EN LA CABEZA
> Sobre todo a los más pequeños, les sucede a menudo, pero, en la mayoría de los casos, se trata de traumatismos leves sin consecuencias. Si todo se resuelve con una crisis de llanto, lo primero que hay que hacer es aplicar hielo en la zona del golpe y llamar por teléfono al pediatra para valorar la situación con su ayuda.
> Si el niño pierde el conocimiento o sufre convulsiones, debe ir a urgencias inmediatamente.
LLORA
> En los primeros meses de vida, el llanto es un lenguaje complejo que transmite todas las necesidades del pequeño, empezando por las dos principales: “tengo hambre” y “me siento solo”. La respuesta más adecuada es la leche, siempre y cuando haya transcurrido más de una hora desde la última toma. Si ha pasado menos tiempo o, en cualquier caso, si el niño rechaza la leche, intenta calmarlo con mimos o cargándolo.
> Una cosa es segura: si el bebé tiene menos de seis meses, cuando se encuentra mal, no llora, sino que está adormilado. A partir de los seis meses, el elemento que nos sirve para valorar la gravedad de los síntomas es el tono. Si, en lugar de ser más enérgico e intenso, el llanto pierde energía, el niño debe ir a urgencias.
SE DESPIERTA CON DIFICULTAD PARA RESPIRAR
> Sobre todo desde el mes de octubre en adelante, los niños se pueden despertar de noche porque “les cuesta respirar”. Se sientan en la cama, sudados, y parece que les falte el aire. Esto ocurre porque, sobre una base bronquial “en miniatura”, el efecto nocturno provoca un mayor estrechamiento de las vías respiratorias, menos estimuladas por el hecho de que el organismo se encuentra en reposo. En esta situación, se introduce el virus que da lugar a un broncoespasmo, es decir, un mayor estrechamiento de estos pequeños bronquios. Ante una situación como esta, en lugar de sentir miedo y salir corriendo a urgencias, se puede intentar resolver el problema llevando al niño al baño, después de abrir todas las llaves de agua caliente, de manera que se genere mucho vapor de agua. El ambiente húmedo funciona como un aerosol natural y hace que el niño vuelva a respirar bien. Mientras se forma el vapor en el baño, el niño puede salir a la terraza o situarse junto a una ventana abierta, puesto que el aire húmedo de la noche actúa de forma positiva.
> Solo si la situación no se resuelve en unos 15 minutos, es necesario llevar al niño al hospital.
FIEBRE ALTA
> Se ha calculado que, en los primeros años, un niño sano puede tener fiebre durante 100 días. Por esta razón, los papás deben acostumbrarse a convivir con este síntoma. Incluso ante la presencia de fiebre alta, el interlocutor sanitario no será el médico de urgencias, sino el pediatra habitual o el de guardia del centro de atención primaria.
> Solo se deberá llevar al niño a urgencias si la fiebre acompaña a otros síntomas, como más de tres episodios de vómito en una hora, dolor de estómago, o bien, en niños de menos de seis meses si tienen la zona de la fontanela hinchada o si late. De los seis a los doce meses, el acceso inmediato a urgencias se impone si el niño tiene fiebre y no puede mantener la cabeza recta. De uno a dos años, si no puede permanecer sentado y, de aquí en adelante, si es incapaz de caminar con normalidad. Estas tres situaciones, equivalentes para las respectivas edades, podrían despertar la sospecha de meningitis.
INFECCIÓN DE LAS VÍAS RESPIRATORIAS
> La tos no constituye un motivo de urgencia, puesto que no está relacionada con la presencia de infecciones graves, como la neumonía.
> ¿Qué motiva una exploración médica inmediata? Si el niño tiene menos de un año, la presencia de hundimientos profundos del tórax, entre las costillas y por encima del esternón. En tal caso, debe comprobarse el número de respiraciones por minuto, poniendo una mano sobre el abdomen del pequeño y anotando las elevaciones y las bajadas del tórax. Si respira más de 50 veces es preciso ir al hospital. También hay que acudir a urgencias si el niño tiene más de un año y realiza más de 40 actos respiratorios.
DOLOR DE OÍDOS
> Es uno de los motivos de consultas nocturnas a urgencias más frecuentes. Sin duda, el dolor producido por la otitis es uno de los más agudos e intensos que el niño puede experimentar, y provoca un llanto igualmente intenso que preocupa a los papás. Sin embargo, solo es preciso administrarle paracetamol, el fármaco utilizado para bajar la fiebre, sin aplicar ningún fármaco en el interior del oído, ni siquiera gotas óticas sin que así lo haya indicado el médico. Otro motivo de visita a urgencias, aunque no tan frecuente, es la salida de líquido por el canal auricular. Se trata de una perforación del tímpano debida a la otitis, pero es suficiente con ir al pediatra al día siguiente, en el horario establecido, para empezar con el tratamiento a base de antibiótico.
SE DIO UN GOLPE
> Ni siquiera en caso de traumatismo es necesario ir a urgencias en todos los casos. En general, lo primero que hay que hacer es aplicar hielo en la zona del golpe. Los papás deportistas o muy precavidos suelen tener hielo instantáneo en casa, en spray o en bolsitas, pero también se pueden utilizar alimentos congelados, como una bolsa de verduras. El hielo debe aplicarse durante 30 minutos. Si el niño se queja de dolor, se le puede administrar paracetamol. Si la herida sangra, para detener la hemorragia se puede tapar con un pañuelito y presionar hasta que la sangre deje de salir. En general, hay que esperar tres o cuatro minutos.
> En cambio, si al cabo de diez minutos, la herida continúa sangrando, es conveniente ir al médico o al hospital.
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¿Bañarlo con fiebre, resfriado o después de comer?
Respondemos a esta y otras preguntas sobre el baño del bebé para que estés tranquila en cuanto al momento del baño del bebé se refiere.
> En algunas situaciones, como cuando el bebé tiene fiebre o está resfriado, por ejemplo, los papás pueden tener dudas sobre si es aconsejable bañarlo o, por el contrario, se debe postergar este momento con el fin de evitar el empeoramiento del niño. En otras situaciones comunes, como después de la toma, también puede dudarse sobre si es un momento adecuado o no. Exponemos las situaciones más frecuentes que generan dudas a la hora de bañar al bebé. ¡Las respuestas que aclararán tus dudas!
¿El niño puede bañarse si tiene fiebre?
> Sí, el bebé se puede bañar aunque tenga fiebre, e incluso lavarle la cabeza. Además de no ser peligroso, el contacto con el agua ofrece al pequeño una sensación de alivio y de bienestar general. Si el niño tiene fiebre alta, el baño puede realizarse con agua templada, a 34 ºC.
> Sin embargo, es importante evitar los cambios bruscos de temperatura, que pueden debilitar aún más las defensas naturales del organismo.
> Es necesario secar al niño con cuidado, prestando una especial atención a no exponerlo a temperaturas más bajas que las de la estancia en la que se le ha bañado.
¿Se puede bañar al niño cuando tiene tos y resfriado?
> Si el bebé está resfriado o tiene tos, no solo se puede bañar, sino que es aconsejable, siempre que el ambiente esté cálido. El aire caliente y húmedo fluidifica el moco y despeja las vías respiratorias.
> No obstante, es importante evitar los cambios bruscos de temperatura, que pueden empeorar la condición de debilitamiento del organismo.
¿Hay que bañar al bebé antes de comer?
> No, el bebé se puede bañar incluso cuando tiene el estómago lleno y ha acabado de comer. Si el ambiente y el agua están a la temperatura adecuada, los procesos digestivos no se ven afectados. Si el cuerpo va adaptándose progresivamente a la temperatura del agua, no hay peligro de que el niño sufra un corte de digestión.
> Los cortes de digestión se producen cuando el organismo sufre un cambio brusco de temperatura. Por eso, es muy importante que, tanto antes como después del baño, abrigues al bebé con una toalla, para que su cuerpecito no no note el cambio brusco de temperatura.
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¿Qué hacer si se porta mal?
¿Grita, empieza a patear y no deja de hacer travesuras? ¿Por qué se porta tan mal? En este artículo, te lo explicamos.
> En muchos casos, las acciones de tu hijo te pueden generar estrés e incluso ira al no poder controlarlo adecuadamente. Sin embargo, debes saber que se trata de situaciones por las que acaban pasando la mayoría de progenitores. Por tanto, no te preocupes, pues, en la actualidad, existen un sinfín de formas de lidiar con la educación de nuestros hijos.
¿POR QUÉ SE PORTA MAL?
> Llamar la atención es la principal razón del mal comportamiento de los niños. La actitud agresiva o inadecuada forma parte del desarrollo normal de una persona en edad infantil, pues responde a su necesidad de explorar el entorno, mantener sus primeras relaciones personales o dar rienda suelta a su imaginación infinita. Y son precisamente los niños especialmente audaces, valientes y curiosos los que suelen recibir los calificativos de traviesos, inquietos, activos, “terremotos” e, incluso, “malos”.
> De hecho, la mayoría de las veces, cuando un niño se porta mal, lo hace inconscientemente. Por ello, debemos tener especial cuidado en intentar no etiquetarlo como un “niño malo” o someterlo a constantes castigos.
LOS CONSEJOS
Una vez hemos identificado que la actitud del niño es problemática, deberemos tener claro que probablemente exista una razón para ello. Como padres, nuestro primer deber será esforzarnos al máximo en entender a nuestro hijo.
> Un niño se porta mal cuando tiene la necesidad de reaccionar a un cambio de cualquier tipo. Muchas veces se trata de un cambio que pasa desapercibido para los padres, pero, en ocasiones, son cambios que los afectan profundamente: el nacimiento de un hermanito, un cambio de escuela, una mudanza, la aparición de una alergia o la identificación por parte de un médico de cualquier condición o afección, entre otros.
En estos casos, es muy aconsejable acudir a la escuela para hablar con el tutor de tu hijo para saber más sobre su comportamiento en el aula, así como preguntar por las posibles dificultades con las que puede estar enfrentándose en entornos alejados de casa.
> En ocasiones, el niño se porta mal debido a la mala educación de los padres. Si es así, deberemos preguntarnos: ¿estamos siendo demasiado permisivos? ¿Lo estamos sobreprotegiendo demasiado? ¿Deberíamos tener más paciencia?
Si te sientes desbordada por un hijo, un consejo muy útil es el de pedir ayuda, ya sea consultando directamente en foros y bibliografía especializada o pidiendo cita con un psicólogo infantil.
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